Copenhague es una ciudad maravillosa, donde se respira un aire diferente. Las bicis, los canales, las plazas con adoquines y las terracitas al lado de los canales y paseos más importantes para tomar un Café Latte porque aunque haga sol, el frío aún está presente. No sé que tienen las ciudades del norte que me enamoran. Siempre me dejan con ganas de más y de estar viviendo en un sueño.
En el puente de mayo, fui a Copenhague con mi hermana. Previamente, era una de nuestras primeras ciudades en el TOP10 de visitas, así que cuando estuvimos elegiendo destino, no tuvimos duda alguna de irnos para allí. Fue un viaje espectacular. Nos divertimos muchísimo y nos cansamos como burras. El primer día llegamos hacía las seis de la tarde, así que solo nos dio tiempo a hacer una vuelta por el centro y orientarnos para saber donde estábamos. Al día siguiente nos pegamos una buena pateada por todo el barrio de Christiansborg, que es como una pequeña isla, ya que queda separada por unos canales. Continuamos dirección centro, dónde se encuentran calles peatonales, plazas adoquinadas muy bonitas y la Torre Circular, donde recomiendo entrar ya que desde la azotea tienes unas vistas muy bonitas de toda la ciudad. Después de perdernos entre las tiendas del centro y de meternos por calles que después tendríamos que deshacer, decidimos continuar la ruta y ir hacia Nyhavn unas de las calles con canal más famosas con sus casitas de colores y los barcos amarrados. Hicimos miles de fotos y tomamos un Caffe Latte en una de las terrazas con mucho ambiente y descansamos. Al cabo de un rato decidimos continuar.
Por la tarde andamos por la calle Frederiksberg, donde había unas tiendas muy bonitas. Finalmente terminamos visitando los barrios de Norebro y Ostebro, donde en el primero nos tomamos un Ice Coffee y una copita de vino para terminar el día.
Muchas gracias
- EQUIPO BLÚRINA -
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